top of page

Avenida Periférico

Valentín Arias

5. Corre papá, no te detengas 

 

 

CALLE SEXTA 

 

Noche. Papá camina en sentido contrario de la circulación de los automóviles, las luces van y vienen en un loop casi psicodélico 

 

PAPÁ- Estoy hundido, no sé qué pensar. Me observo a través del espejo de un negocio casi sin ganas. La noche reflejo, viento que sacude la ventana, estoy caminando casi por inercia, por impulso…Cierro los ojos y ahí está ¿Cómo huir de tu cabeza? ¿de tu historia? ¿han intentado dormir cuando todo te da vueltas? ¿cuándo solo quieres una mano que te diga que nada sucederá, que todo está bien? Que todo fue un pinche mal sueño, que la noche tiene un fin, que los días no son como espuma, que lo malo nunca gana, con todas esas mierdas que uno se dice para engañarse, para evadirse. 

Sigo caminando. 

Fumo por vocación sin el sentido de echar humo para que se disperse en la tenue luz amarillenta de aquella lámpara de esta calle desolada a las tres de la mañana. 

 

UN POLICÍA- ¿Todo bien amigo? 

 

PAPÁ- Volteo y la torreta azul y roja me encandilan

Azul 

Roja

Azul

roja 

No contesto. 

 

UN POLICÍA- Oiga pendejo, le estoy hablando. 

 

PAPÁ- Sí. Contesto casi para mí. Como si quisiera mentir, pero sabes que en realidad te vale madre. Cuando quisieras decir que te sientes de la mierda, que ya todo está muerto dentro de ti. Que todo está podrido, jodida y asquerosamente podrido. 

 

UN POLICÍA- Deténgase… Y enseñe su identificación. 

 

PAPÁ- Me echan las luces al rostro. Doy unos pasos. 

 

UN POLICÍA- Óigame hijo de la gran verga. Párese o se lo va a llevar la chingada. 

 

PAPÁ- No me importa, ni siquiera lanzo una mirada, escucho un portazo doble de la troca y las amenazas de dos personas que se acercan a mí ¿Corro? ¿para qué? En la cajuela un hombre encapuchado me apunta con su rifle. El clic del arma ya está suelto. Siento un empujón, dos, tres. Azotan mi cara contra la pared mientras toquetean mi culo y bolsillos en busca de la cartera y lo que está en ella. 

 

UN POLICÍA- Nombre. 

 

PAPÁ- ¿Importa ya? 

 

OTRO POLICÍA- ¿Para dónde vas? 

 

PAPÁ- A buscar respuestas. 

 

UN POLICÍA- No seas mamón. 

 

PAPÁ- Siento que mi piel arde al primer chingazo que me cae del policía. Mis credenciales están en el piso. 

OTRO POLICÍA- No estoy de humor cabrón. 

 

PAPÁ- Dice esto mientras saca los mil quinientos pesos que cargaba en la billetera y un cupón del dos por uno para cinépolis de la película Detective Pikachú que ya no será usado, ya no hay quién… ¿Ya me puedo ir? 

 

UN POLICÍA- Yo soy el que decido eso. 

 

Chingazo 

 

PAPÁ- ¿Ahora qué? Ya no traigo nada. 

 

OTRO POLICÍA- Quédate aquí, quietecito… 

 

PAPÁ- Ríen como si el tedio de la noche los embrujara… ¿Qué miras cabrón?, me grita algo enronquecido por el humo de la mariguana que sostenía en su garganta… Y así, como si fuera fiesta patria empieza la feria de patadas-empujones-chingadazos… Viva México y ajúa. 

 

UN POLICÍA- Que no mires o te carga la verga. 

 

PAPÁ- Paran. Escucho el ruido del motor alejarse, intento pararme con dificultad, escupo un hilo de sangre y limpio el polvo blanquecino de mi pantalón. Vuelvo a caminar pensando en la mala suerte de seguir aún vivo. Pinches policías ni para eso sirven. 

Pienso y el sonido de la patrulla despierta en mí todo el montón de recuerdos del día anterior, los disparos, la sangre aún fresca e inocente de mi hijo, los reclamos de mi ex mujer al teléfono cuando le dije que nuestro hijo ya no estaría más con nosotros, que sus manos tibias y su rostro cálido se habían marchado. Mi cuerpo tiembla, los recuerdos son el día que aún no llega y sabes que ahí estarán, aunque no los quieras. Nada los detiene. Mi pierna adolorida, el hombro me punza, la prisa…Una banqueta tras otra… De a poco, apuro el paso. De a poco, me lleva la ansiedad 

Y así… 

 

Empiezo a correr  

Corro 

 

Corro con las fuerzas que me quedan  

Y… 

 

Empiezo a llorar  

 

Incontenible  

 

Lloro 

 

Y el mar de preguntas cae como si el techo se desplomara 

 

¿Por qué ya no estás? 

 

Te quiero aquí. Conmigo. A salvo. Vivo. 

 

No te detengas papá, sigue corriendo 

Quizás la vida no te alcance, quizás cierres los ojos y vuelva todo a empezar como un rewind en aquella vieja videocasetera que me había regalado mi tío el arquitecto que me enseñó que no hay que confiar en que el destino te sonría, que todas son decisiones y hay que asumirlas. 

 

Corre fuerte papá… 

 

Lejos de su rostro con sus ojos cerrados. De los labios a modo de sonrisa que se le dibujó cuando los paramédicos lo cargaban a la ambulancia. Fue tan extraño 

 

Corre, no te detengas 

 

No hagas caso de los cláxons de las miradas de los insomnes del aliento borracho de los que están sentados en las bardas de sus casas de los corridos norteños del perro que te lanza mordidas para defender su hogar 

 

Corre, como si nada importara 

 

Ya no hay solución a la ausencia. Ya no queda más que escupir el odio y buscar venganza… Se lo debes a él 

 

No 

 

   Te 

 

      Detengas 

 

                     Nunca 

Hasta que la sangre culpable corra por el viento  

 

Han sido juzgados. 

 

¿Sabes lo que es bailar a mitad del camino? 

 

 

 

 

La figura de papá se pierde entre las luces de los automóviles. 

OTROS AUTORES
DE DRAMATURGIA
bottom of page