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Avenida Periférico

Valentín Arias

3. The devil laughs at your pain 

 

 

DISCO LA BOOM 

 

 

El lugar se encuentra casi vacío. Una pareja se besa, los labios quieren reventar y las manos masturban con delirio. Huele a sexo 

 

PAPÁ- Veo alrededor y cada rostro, cada mancha que a lo lejos intento descifrar me parecen indistintas. El mesero me observa como si fuese un objeto extraño, una nada que se perdió aquí a las casi una de la mañana… Traigo encima una de tequila, una de whisky y un six que me regaló noséquién; intento abrir los ojos, pero el alcohol está haciendo su efecto. La sangre ajena es lo único que me mantiene en pie. El rencor. 

 

LA PROSTITUTA- Qué rica la tienes; ven, te la mamo. 

 

PAPÁ- Abre el zíper del pantalón de mezclilla marca Levi’s color azul, la verga no reacciona, el recuerdo empuja, mis ojos se inyectan de carmesí. La música es como un río que se lleva a todo a su paso. 

 

LA PROSTITUTA- Oh, beibi, qué sabrosa. 

 

PAPÁ- Despierto, veo a una mujer que me sonríe mientras me la agarra entre sus dedos. Me masturba… Nunca quise leer lo que me ocultabas prefiero una mentira sobre el helado que la verdad como armadura, no quise correr sobre los escalones a zancadas, ni ese moretón sobre tu espalda, el aventón sobre la almohada… Cachetada mordisco jalones… Nunca quise que este techo derrumbara lo que queda, estragos históricos de una vida mísera… Mi verga por fin se pone dura, sigue jalando mujer… 

Hace días que no abro la ventana, horas mortecinas, minutos homicidas, nunca quise que pasara tanto y no remediarlo. Temo a las horas y a la distancia escondidas en el misterio. Que el amor cambie de nombre, que tu cuerpo cambie a otros sudores… A el abandono...  A la pinche jodidez que lacera mis costillas… (¿Así corazón? ¿te gusta?) … Quiero confiar en tus mentiras, en eso dentro de tu pecho, en ese te amo quiero entregarme, aunque la sangre escurra 

 

Te

amo  

 

Te

amo  

 

Te

amo 

 

Así le dijo Pedro a Jesús y ya sabes la historia. Son las dos pinches de la madrugada, el demonio devora lo íntegro de mis seguridades, tiemblo y la poca luz es un alma que pica mis ojos… ¡Caray! ¿Por qué llegamos a esto? Si las fotografías ahí están, no mienten, evidencia visible de lo que éramos… ¡Chingados! Me purga y me derrumba vivir aquí… 

¿Cómo saber lo que piensas?... ¿Qué es la verdad y cuál es la mentira? Cuando los pensamientos, las posibilidades, los diferentes escenarios te atormentan… (Ayy, cabrón) … Estuve rascando la arena de nuestra vieja historia. 

 

LA PROSTITUTA- ¿Qué pasó? 

 

PAPÁ- Vete. 

 

LA PROSTITUTA- Chinga tu madre ¿A qué chingados entonces? 

PAPÁ- No tomo importancia a las palabras de la mujer. Hace días que mi mente ha dado de tumbos. Con trabajo sujeto la cerveza Victoria que estaba en la mesa. Bebo. El sorbo me sabe a todo. Tomo de un solo trago el contenido, una más y otra y otra y otra. No hay manera de huir de tu cabeza. Voy al baño y al orinar siento que mis piernas no responden. La pareja que se encuentra casi al fondo se ríe de mí y yo con ellos. Me invitan otras cervezas. Se besan. Apuro la cerveza, pero se me resbala de las manos. Ríen a carcajadas… 

No pareces puto, me dicen. Suena la música, bailo con una fuerza encabronada, bailo para que se vaya todo lo que fui. Para espantar el chingado recuerdo de lo que he pasado. Soy todos los cuerpos, me dejo llevar. El diablo se ríe de tu dolor. ¡Bórrame la memoria de una puta vez! 

(La música llega hasta su límite, todo da vueltas, todo se vuelve oscuro) 

 

UN SICARIO- ¡Despierta cabrón! 

 

Papá sentado en una silla casi desnudo, las manos hechas mierda, sus dedos son como astillas esparcidas por el piso. 

 

UN SICARIO- ¿Quién eres? (Chingazo) ¿Tu nombre? (Chingazo) 

 

PAPÁ- Quiero saber quién va a jalar el gatillo. ¿No merezco al menos eso? 

 

(Chingazo) 

 

EL JEFE- La Comandante Güera, hijo de perra ¿Contento? 

PAPÁ- Mi cuerpo está muy cansado para sentir dolor ¿Alguien tendrá un Marlboro rojo? Las preguntas me resultan sin sentido. Escupo la sangre. Busco en el piso. Me caíste bien cabrón, te vale madre la muerte, dice La Güera, un travesti de cuarenta y tantos años con brillos en el cuerpo, tacones de aguja y un vestido ajustado que se parece al de Selena en su último concierto. 

 

EL JEFE- De veras te perdonaba la vida, pero en este negocio el respeto es esencial, si no cualquier hijo de la chingada puede entrar a tu plaza y romperte el culo. No de la forma que me gustaría. Límpiate un poco la sangre, tráiganle un pase de los que pegan para que se vaya feliz… ¿Un Benson? 

 

PAPÁ- Esos son para putos. Dame un Marlboro. Rojo. El comandante avienta una botella al piso antes de darle un trago largo… ¡Qué huevos! Jalo una, dos, tres, cuatro llavazos de cocaína. Bebo de la cerveza Victoria que me ponen en la mano. No puedo tomarla mamón, me acaban de dar una putiza, ¿recuerdas? La Güera me cachetea suavemente, sus labios con sabor a droga muerden con fuerza los míos, aprieta como perro rottweiler mis genitales. 

 

EL JEFE- Trae la hielera roja. Es para él. 

 

PAPÁ- Le dice a las tres vestidas que trae como escolta. Hacen caso sin chistar. Tienen miedo al comandante o al parecer lo respetan. Sacan los hielos y el agua mineral del fondo de la desgastada hielera, supongo que ahí quedarán partes de mi cuerpo para luego aventarlos a quién sabe dónde como mensaje claro a sus rivales en una cartulina que dice: Con el CDG no se JUEGA CULEROS. 

 

EL JEFE- No sé tus razones y me valen una hectárea de verga, pero entenderás que no puedes venir a matar a mi gente, aunque sean dos chamacos puñeteros sin importancia. Así es la regla, no es personal. La muerte sea tu descanso. 

 

EL PAPÁ- Otros tres se acercan a mí, escucho sus tacones. Levantan su arma. Adelanto mi trago… Hijo de la chingada, que buena mercancía tienen estos cabrones. 

 

Disparan directo a mi cabeza. 

 

Despídete de las rocas que lloraron mi desgracia  

 

Despídete del bolsillo rosa que absorbía lágrimas. 

 

Sobre ese muro quedará pegada lo que brota al golpe de mi cabeza  

 

Bajo la cama aún se oyen golpes de la emboscada. 

 

Despídete, ya no duele. 

 

Me voy a Jauja, no me busques. 

 

 

 

 

La sangre al otro día se limpia con Cloralex y un poco de Fabuloso

La vida sigue 

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