Café La Halte du Sacré-Coeur
Javier Vargas de Luna
en respuesta a quien lo busca
Hay que esperarlo,
en la caricia unánime,
en la duda inminente
del río y la sequía,
en las costuras del sol,
del otro lado del horario,
en respuesta a quien lo busca
ahora y en la ola
—de nuestra muerte, amén—…
hay que esperarlo
Hay que esperarlo,
en el ritmo de un saludo impertinente,
en el portón que detuvo
la calle, la noticia y la palabra,
en la ignorancia del grito,
en el baile y la vergüenza,
en el beso sin azúcar
o en la memoria del ajo
que siente, que duerme y que
respira…
¡hay que esperarlo!
Hay que esperarlo,
con café, sin espuma, en otra boca,
en el humo de una risa que se apaga
en la suma final de tus desprecios,
en Tampico, en París, en la diarrea,
en el extremo de un zapato hecho de vidrio…
hay que esperarlo
Hay que esperarlo,
vestido de Dios, cargado de infamias,
hay que esperarlo,
y desnudos celebrar que ya es poema