
El puente
María Luisa Govela
para ADG
«Y sus amigas, alrededor de la cama,
estaban esperando para acoger al niño».
Ányelos Siquelianós, La madre de Dante
Tu mano, muy pequeña,
al borde de la sábana.
un puño diminuto al filo de la nieve,
abriéndose, cerrándose,
como capullo de alas.
Y deslicé mi dedo en esa leve mano
al filo de la nieve.
lo sujetaste con firmeza y calor,
alzando en vilo al corazón
en medio de mis playas.
Emergió el firmamento
del hueco de tus manos,
puente acribillado por una felicidad
recién inaugurada,
oleaje de violines
disparando sus rumores de agua.
Emperador de un río de corazones,
conquistador plenamente indefenso.
Cómo olvidar esa mirada en busca de mi voz.
Cómo olvidar ese primer encuentro
en que asumí la vida y su arcoíris.
Lentas y hondas doblaron las campanas.
La ciudad fue bañada por un aura nupcial
de primavera.
Las calles lucían limpias,
iridiscentes, claras
y las rosas llameantes florecían para ti.
Por bellas avenidas llenas de un aire blanco,
perfumando las cuatro esquinas del sueño,
desfilaron los árboles
alzando los jubilosos brazos,
cantando himnos de gozo.
Nosotros que no sabíamos nada
les enseñamos el arte de la levitación.
Con ese puente,
puramente instintivo
tendido por tu mano,
mi copa desbordaba olas de luz,
almendras de alegría,
mil promesas de misterios y dicha,
hijo mío.