
El hermano menor
María Luisa Govela
para Eduardo
«Las almas de los indios tarascos,
al morir, se elevan al cielo, en alas
de las mariposas Monarca».
Leyenda tarasca
Aquí bajo mis manos invento tu silencio,
millones de alas de oro se llevaron tu alma
antes del fin del sueño.
Cuánto depende del parpadeo
de un conductor nocturno.
Adolescente de rostro divagante,
estrenabas la vida y florecías,
gota de luz que brota
en el bosque de alas amarillas
donde el olvido se adelgaza.
Me miras, hermanito,
desde tu muerte joven
y sólo puedo amarte
alegre, dolorosamente.
Hoy recuerdo tu risa,
aroma de naranja en primavera,
calendario solar
desplomado en la orilla
un octubre lejano.
Vives en el espejo
de las húmedas calles
del puerto de la infancia,
en el eco distante
que flota por los muros
de la vieja casona del abuelo,
derruida por el ciclón de otoño.
Vuelas en mi memoria,
mariposa de ausencia.
Dan ganas de ser árbol
y alojarte en mi tronco,
leve litoral de alas,
surcando el aire tibio.