Imágenes desde la estación de los sentidos
Marco Olguín Amador
Descripción
Silbatos de tren al mediodía,
crujir de quillas contra el muelle,
cielo profundo y altos cormoranes.
El tórrido paisaje se difunde en la fatiga,
se aferra al ánimo la brisa del marisco,
cada navío insiste perdurar en la memoria.
Aquí la presencia humana se fusiona:
alguien es algo más que un ser,
es casi red o caracol
o estremecimiento de ala sobre un cuerpo.
La estación en los sentidos
Hilvanando la tierra con raíces
la primavera se adueña de los parques,
se expande por el aire
tomando los balcones
para espiar la intimidad desnuda
de las casas.
Cada año la primavera
insiste en su condición de bugambilias,
despierta una antigua rabia
—dulce esquizofrenia en el corazón
del poeta, atestado hasta la cumbre
de abejas suicidas—
cada año tumba sobre su gozo
un poema con las piernas abiertas.
Desde el puerto
De este puerto de reflujo y musgo
abrazándose a las almas
se ve el destino de las riberas,
las anclas encadenando los navíos
al sol desplegado por los muelles.
Se ve una población de redes
definida en las tempestades
y en el salitre socavando su contorno.
Se ve el mar congestionado de mar mismo
y a veces casi océano de silencio.
Se ve el nacimiento del caracol
y la muerte de la gaviota,
el hundimiento y la conquista,
la fatiga, el amor y la osadía.
Mucho es lo impresionante
que se le puede ver al mar,
pero no tanto como esta alma en pena
que navega buscando la ruta de Odiseo.
Caracol
Te enredaron los siglos
sobre tu mismo cuerpo,
piedra en remolino
que fuiste habitación
del molusco
y ahora
alojas las palabras del océano.
¿Qué se proponía el mar
con exprimir tu arquitectura?
¿Acaso pretendió sacarte otro elemento?
¿Acaso este poema?
Crónica y biografía
Replegado a las décadas
del médano y el muelle,
donde crecí,
se apoya mi memoria sobre grúas,
noches de faro le desviste
su condición de imagen muerta
y a veces juega en la antigüedad de los puentes.
En esta ocasión
se arman de valor los recuerdos
de ciudad desconocida,
emergen con la urgencia
de abordar tranvías amarillos
perdidos sobre rieles de niebla
y obreros olvidados
en añejos calendarios de sudor,
tristeza jubilada para siempre,
solo redimible en frases
que se han arrinconado
en los bolsillos de mi saco
que tampoco está de moda,
sin otro destino que ingresar
a esta historia de cemento
y luz de acetileno
que no sabrá ningún historiador.
Música de paso
En una canción
que esta noche repite otra noche
de la década pasada,
sucede que el amor es triste para ella.
En su acorde muere un año
como mueren las costumbres
o los sueños de aquella esquizofrenia,
pues en nuestro tiempo
todo es antigüedad
de un año para otro
y la locura sustituye a la locura,
resulta irreversible su pretexto
de música fantasma,
y ahora lo sabemos,
el amor no es triste
ni es alegre,
es tiempo adentro
donde música y años
hacen un contacto inexplicable.
Las calles
I
De nuestros hombros vestidos de sol
se levantan las ciudades con sus torres,
se alza nuestra orgullosa esclavitud
sobre un manojo de calles turbulentas.
Y en nuestros hombros sucumbe la jornada
en el pan multiplicado de cansancio,
pero no yacerá en las calles nuestro amor,
no perecerá nuestra ternura
en esta lápida altiva y criminal.
II
No es ocasional mi recorrido
por calles y por plazas,
que hurgue las entrañas de la ciudad
que he deseado abandonar,
despojarme de las citas amorosas
que sólo fueron un acuerdo
para seguir puntuales los enigmas
del ocaso.
No es tampoco pasatiempo el andar y andar
como un desesperado entre la multitud sombría,
vagando inexorable entre múltiples destinos
diferentes,
amables,
vacíos,
y a veces silenciosos destinos de tragedia.
En las calles busco las calles mismas,
las que perdí con el amigo extraviado de mi vida
o la antigua novia adolescente.
Poesía hoy
En ruinas de mi tiempo
donde usura y muerte
dominan su lenguaje,
he tomado la palabra
para fortalecer mi resistencia.
No es más poderoso el mercenario
que mi canto
ni menos que la historia mi palabra,
nada evitará el nacimiento
de esta declaración de mis memorias
ni el tiempo hará mis días
más cadáveres que flores.
Referencias
Aguilar, J. (2000). 20 poetas del siglo XX. México: ITCA.
Ortiz, O., y Ortiz, T. (2015). Ensayo panorámico de la literatura en Tamaulipas (t. III). México: ITCA.