
Nico, Nico, Nicolás
Laura Olivia Hernández
para Nicolás Lázaro Cárdenas Toledo, 1934

icolás tiene la piel color de noche y su sonrisa da más luz que el foco de la esquina. En la mañana lo veo sentado en la banca esperando algo, regreso en la tarde y sigue allí. Todos los días, toma su café negro y ríe. Muchas veces, por las prisas de mis papás no lo puedo saludar y sólo levanto la mano.
Cuándo mi tía me recoge de la escuela, a veces siento la pena ajena, ella le grita: ¡Viva Cuba, chico! Y hace una seña como de V con los dedos, él le dice: ¡Qué pasó chamaca, cómo has estado!
Nicolás nació en Matanzas, desde niño practica el béisbol, escapada de sus deberes para ir al campo, descalzo, sin camisa ni permiso, él se iba al juego. Niiicoo, Niicoo, le hablaban y él seguía con el bate, un guante todo roto, y una pelota que le regalaron. Sus armas para jugar en el equipo del barrio. Era bueno de pitcher y con el bat, por eso llegó a México con el equipo de Alijadores, que ya no existe. Mi abuelo y mi tía platican muchas cosas que dan risa. Dicen que el parque de béisbol estaba en un lugar que se llama Isleta Pérez, tenían unos rieles en medio del campo. En pleno partido se abrían unas puertas para que la máquina de patio pasara. El juego debía detenerse. La afición chiflaba y la máquina trac- trac- trac-chuco chu…pitaba saludando al respetable, Un vendedor de cacahuates cantaba: doraos-salaos a tres por el peso… y seguía el partido.
El otro día se cayó Nicolás, mi tía dejó su carro prendido y como de rayo fue a ayudarlo. No le pasó nada de peligro, simplemente tropezó, pero se pegó en la cabeza. Era domingo y estaba en el campo, todos los días está allí; le gana a mi abuelo que sólo va de lunes a sábado porque el domingo lo llevan a dar la vuelta. No les he dicho, mi casa está a lado de la de mis abuelos y frente al campo de béisbol de jubilados, por eso Nico Nicolás todos los días está allí, él cuida el campo, y se juntan muchos señores a platicar, mi mamá dice que no tienen nada que hacer, mi papá que es padre que se junten, mi abuela ruega a Dios para que tiren la basura en los botes, mi tía le pide que no haya partidos los sábados ni mucho menos los domingos.
A mí me gusta el béisbol pero mi mamá, quiere que siga con las clases de montar porque según me dan seguridad. Yo sé que son caras y por eso están formando una asociación para obtener ayuda. Mi abuelo me regaló un guante de beis, y cuando mi mamá no está me lanza algunas pelotas de mamón, despacio para ir practicando. Es padre cachar con el guante y luego lanzar la pelota. Mi tía dice que le dolía mucho la mano cuando practicaba con mi papá, pero se aguantaba con tal de jugar.
Nicolás nos vio, fue la primera vez que entró al patio de la casa, allí nos platicó de cuando era niño allá en su Cuba y el más bello recuerdo de su madre, dice que tiene más tiempo de vivir aquí que en su Matanzas, y que algún día va a regresar. Todos los sueños se cumplen si trabajas para lograrlo. Yo le dije que no había béisbol para paralíticos, él me dijo con su sonrisa de leche y acariciando mi cabeza con sus nocturnas manos de café: no te preocupes Chico, tú sigue practicando con tu abuelo, el catcher no tiene que correr…