Diez poemas
Gastón Alejandro Martínez
El ruido y la furia
Para David Chong
Alientos de azufre llegaban de alguna parte.
Muchachos rudos construían barcazas,
Todo era aceite, sangre,
Cacas de perro, podre,
Trenzas de palos, amasijo oscuro
De chapo y peces muertos.
Había que esperar la hora de la brisa,
La media mañana de las cocinas
Con sus aromas,
El tiempo de los capullos silvestres
Que reventaban en los patios;
Mas tú tenías la suerte de que Acacia
Se atacara de risa algunas tardes,
Sentada junto a ti, mirando el río,
O se pusiera seria y suspirara
Tan profundo que le brotaban lágrimas.
Ella olía como los árboles, podrías jurarlo
Aún ahora cuando te bamboleas
Entre estar vivo o muerto,
Aún ahora cuando, a solas, ves pasar
Ataúdes por el lomo del río
Y el mundo entero agoniza llamando a su madre.
No todos tuvieron tal suerte, pobres,
No importa si hoy los niños
Te lanzan piedras en la calle,
Ella olía como los árboles, podrías jurarlo.
(De Uvas del mar. Inédito)