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Microrrelatos

Fernando Vega y Gómez

méxico

para gustavo casillas c. 

 

sin escuchar consejos y guardando fidelidad a su ambición, zarpó desde el río odiel con tres carabelas, cristóbal cólon. prédica de utopías, rugir de monstruos mitológicos y voces secretas de tesoros no lo intimidaban, atrás quedan las columnas de hércules y el concepto de un mundo plano y rectangular; enfrente, la promesa de un alucinante paraíso terrenal. durante un tiempo surcaron por el mar de los sargazos. al llegar a la orilla del mundo, amaneciendo el vigésimo día, los navíos cayeron de una profunda noche abismal donde el almirante nos sueña en una eterna pesadilla.

la profecía del códice teotihuacán-liliput

para lola lópez de nava 

 

vendrán los gigantes y harán del mundo tierra mexica; después, el país sufrirá una interminable invasión de hombrecitos. 

titanic

para héctor reyes herrera

querido      niño me- 

xicano,        inicias 

una tra-           vesía 

por  un     mar que 

es   tu      p a í s.

el vaivén de las olas arrullará los primeros años de tu vida. dicha que te ofrecerán las instituciones oficiales al proporcionar lo mejor en alimentación, en servicios médicos y 

en educación. cuando finalices tus estudios en la universi- 

dad; un viento ligero pero constante, dirigirá el rumbo ha- 

cia una gran diversidad de empleos. instalado en la tran- 

quilidad que ofrece el trabajo bien remunerado y a sal- 

vo de las tormentas de las cuales te protegerá tu sin- 

dicato; escucharás el canto de una sirena y forma- 

rás un hogar. donde un día, otro niño mexicano 

iniciará una travesía por el mar que será 

                                                        su país. 

el primo de gregorio samsa

para arturo castillo alva 

 

al despertarse una mañana un trabajador mexicano, después de un sueño nada reparador, descubriose sindicalizado.    

moctezumas segundos

para jaime g. velázquez

allá arriba en la pirámide, el pér- fido príncipe en- loquecido de po- der y deslumbra- do por el oro,  nos

traiciona. suya es la vanidad; extravía a la gente, encubre las cosas, misteriosamente acaba con

todo. en compañía de sus amigos, los sabedores del discurso, arroja al fuego los códices    para justificarse. bajo su mirada

cómplice, insolentes las alegradoras saquean nuestra riqueza. la desesperanza suplanta a los dioses, no tenemos en quien creer. huerfanitos somos; sin voz,

sin flor, sin canto: expulsados de la pirámide que alguna vez  

construyéramos, sentimos la piedra en el rostro que la infamia 

lanza y, mientras descendemos a la triste oscuridad de nuestra 

existencia, el corazón pregunta: ¿acaso habrá una aurora para

  a

        n 

        o 

        c 

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