
Viaje por Tampico
Alejandro Zapata
Tampico, suelo bendito
lugar donde yo naciera,
mentiría si no dijera
que es mi amor por ti infinito;
confesarlo necesito
por aquel que lo ignoraba,
no será que lo ocultaba
si de ello me siento ufano,
y hoy digo que soy paisano
de la misma jaiba brava.
De ti se siente orgulloso
mi Tamaulipas, tu estado,
y tú de estar enclavado
en su suelo generoso;
el adjetivo de hermoso
en tu canción se te dio,
no sólo te describió
yo lo diré convencido
que es un ilustre apellido.
Poetas y compositores
sus letras te han dedicado
y es con versos ensalzado
el encanto de tus flores;
yo como aquellos autores
al hacer de ti mención,
con una intensa emoción
citaré cada paisaje,
será como hacer un viaje
guiado por la inspiración.
Por dónde empezar ¡ni idea!
si gustoso testifico
que eres lindo mi Tampico
desde donde se te vea,
lo comprueba quien pasea
por tus calles transitadas,
al colocar sus pisadas
en tu suelo —ya lo creo—
de volver siente el deseo
a deleitar la mirada.
Quizá un comienzo atinado
será citar tu victoria
por el que justa la historia
te otorgó de Heroico el grado,
y al igual que en el pasado
cada cual en su trinchera,
tu gente noble y sincera
conserva la valentía,
y al combatir día con día
si no alcanza, persevera.
Aquel que del norte llega
tras pasar por Altamira,
el panorama lo inspira
y a la admiración se entrega;
al disfrute no se niega
si al venir es la intención,
y al seguir su dirección
la Hidalgo es la vía normal,
si es la arteria principal
que lleva a tu corazón.
Ni qué decir de tu puente:
su nombre homónimo tuyo,
un gigante que es tu orgullo
y acceso por el oriente;
un panorama imponente
se aprecia desde su altura,
si pudiera una pintura
desde aquel ángulo haría,
mas pienso que es mi poesía
dibujo de buena hechura.
Quien entra por el poniente
tal vez sea un veracruzano,
más que un vecino, un hermano
cuya visita es frecuente;
cruzará por otro puente
bajo el cual el Tamesí,
lo voy a decir así:
él y el Pánuco se enlazan,
y hasta parece que abrazan
el lugar donde nací.
Tampico, mi puerto amado,
lo digo lleno de goce:
todo aquel que te conoce
de ti se va enamorado;
quien de lejos ha llegado
y es la primera ocasión,
puedo hacer la afirmación
que una vez estando adentro
de ir a conocer el centro
sentirá la tentación.
Tu Plaza de Armas ¡preciosa!
su kiosko, monumental,
enfrente la Catedral
se levanta majestuosa;
otra joya esplendorosa
enmarca y da complemento,
a esta serie de portentos
que es tu corazón en sí,
hablo del Palacio aquí
sede del Ayuntamiento.
Tu Centro Histórico hechiza,
quien lo cruza si va o viene
su admiración no contiene
aunque lleve mucha prisa;
si hacia abajo se desliza
en busca de maravillas,
del Pánuco a las orillas
se topa con la ex Aduana,
una construcción galana
donde hay de historia semillas.
La Hijas de Tampico, plaza
que recuperada fuera
para que otra vez pudiera
ver el tiempo cómo pasa,
y a sus plantas ya se enlaza
altivo el nuevo mercado,
e igual por otro costado
hay otra atracción que aguarda:
son las tortas de la barda
donde fue el concepto creado.
Del primer cuadro hacia el norte
la laguna está a la espera,
donde el estrés se echa afuera
y se puede hacer deporte;
a su espalda con gran porte
el Espacio Cultural,
cuyo sobrenombre usual
es el de «El Metro» y parece
que como guardián se ofrece
de ese entorno natural.
De éste cual pareja leal
el Centro de Convenciones
y también de Exposiciones
es otra atracción visual;
y para ampliar el total
de lo que este ámbito ofrece,
mención especial merece
que para el esparcimiento,
otra serie de portentos
recién a cuadro aparece.
Excelente el plan sería
y no en balde lo pondero
si al Parque de El Carpintero
le da otra fisonomía,
se incluye una ciclovía
en esa escena imponente,
Parque de mascotas cuenten
en esa enumeración,
y un flamante malecón
que lleva hacia un bello puente.
«De las Artes» es nombrado
y aquel que por éste cruce
hacia un jardín lo conduce
también así bautizado;
será aquello completado
con un recinto ferial,
y si un alto potencial
ya presenta la laguna,
aumentará tal fortuna
la rueda monumental.
Culmino con este viaje
que al describirte emprendiera,
con el cual de esa manera
te tributo un homenaje;
no guardar el equipaje
por supuesto decidí,
ni falta explicarlo aquí
más que obvios son los motivos:
son tantos los atractivos
que hay que conocer de ti.